CUENTOS, RELATOS Y PENSAMIENTOS

Escribir es vivir

jueves, 1 de marzo de 2012

MARÍA Y EL GIGANTE GRANDULLON



Érase una vez una niña que se llamaba María, vivía en una pequeña aldea con su abuela.
Cierto día la abuelita de María tuvo que ir a la ciudad para hacer unas compras, y María se quedó al cuidado de la casa y de los animalitos que en ella vivían: un gato, que se llamaba Gruñón (le pusieron ese nombre porque no paraba de maullar), también tenía una perrita que se llamaba Lista, dos gallinas, un conejo, un cerdito y una vaca que se llamaba ligera.
La abuelita era una señora mayor que la gustaban las cosas en orden y que a sus animalitos no les faltase de nada, por lo tanto antes de marcharse a la ciudad puso al corriente a María de todas las faenas que tenía que hacer en el tiempo que ella estuviese fuera de casa.
María que era una niña muy aplicada, prometió que lo haría todo tal y como a ella la gustaba.
Cuando se marchó se puso hacer las tareas de casa, luego atendió a los animales. Primero fue a ordeñar a Ligera, pues la pobre estaba que reventaba de leche, cuado terminó de ordeñarla la sacó al prado para que comiese hierba, con la leche que sacó de Ligera le dio el desayuno a Gruñón, que no paraba de maullar, luego puso a Lista los huesos que habían sobrado de la cena  y un gran cuenco de leche. María trataba con mucho cariño a Lista ya que  esperaba para dentro de unos días ser mamá, luego echo de comer a las gallinas, al conejo y al cerdito.
Una vez terminó todas las tareas, se acordó que al día siguiente era el cumpleaños de la abuelita y no tenía nada para regalarla, pensó en muchas cosas,  al final decidió regalarla un ramo de flores. Ella sabía un sitio donde habían lindas flores de muchos colores, pero ese lugar era peligroso y su abuelita la tenía prohibido acercarse por allí, ya que había un río muy grande al que llamaban “el río del gigante”. Le llamaban así porque en la otra orilla vivía un gigante al que todo el mundo tenía mucho miedo y nadie se acercaba por aquella zona pues decían que cuando se acercaba alguien el gigante ordenaba con palabras mágicas que el río se tragase a todos los curiosos. Pero ella no se creía aquellas historias, pensaba que la gente en realidad se lo había inventado porque tenían miedo del gigante, y temían que les hiciese daño, así que no se lo pensó dos veces y se fue con su cesta a recoger flores para la abuelita.
-Ya me queda menos para llegar- pensó María, tras caminar un poco mas se abrió ante ella una hermosa pradera llena de flores. ¡Que flores tan bonitas! ¡Las hay de todos los colores! Como la van a gustar.
Comenzó a llenar su cesta con flores de todos los colores como ella sabía que la gustaban. Pero se dio cuenta que la faltaba una de color naranja así que se fue acercando al lugar prohibido donde estaba la flor mas hermosa que jamás había visto. Al ir a cogerla resbaló y cayo al río, con los nervios se olvido de nadar y comenzó a pedir auxilio pero nadie la oía. Ya que por aquella zona no solía ir nadie.
El gigante estaba en su castillo durmiendo y no se enteraba de los gritos de María. Un pajarillo que estaba por allí vio a la niña en peligro y fue en busca del gigante. Se metió en su habitación y empezó a picotearle en la nariz para que se despertará. El gigante por fin se despertó, y al oír los gritos de auxilio salio corriendo haber que sucedía. Al ver a la niña en peligro se metió al río con rapidez. Era enorme, tan grande que el agua solo le cubría por las rodillas, así que fue muy fácil para el sacarla del agua, la cogió en sus brazos y la llevó a su castillo.
Las ropas de María estaban empapadas y el gigante no podía dejarla marchar así, encendió la chimenea y puso a secar la ropa, mientras María cubierta con una manta algo asustada porque nunca había visto a alguien tan grande comenzó a charlar con el. El gigante la dijo que estaba muy contento de que estuviese en su casa ya que siempre estaba solo y aburrido ya. Su única compañía eran los animalitos que allí vivian.
María le contó que la gente de la aldea le tenían miedo y que inventaban historias horribles para que los niños no se acercasen por los alrededores, pero no te preocupes que desde hoy  me voy a encargar de que esos miedos terminen. de una vez por todas. Les contaré que me has salvado la vida.
Al cabo de un rato María se dio cuenta que era muy tarde y que tenía que volver a casa, sino la abuelita se iba a preocupar. Cuando llegase y viera que no estaba por allí.
El gigante la acompaño y cruzo el río y la  ayudo a coger las flores que se la habían caído.
María cuando llegó a casa, la contó todo lo ocurrido a su abuelita, y la pidió permiso para ir a decírselo a todos los aldeanos.
Fue casa por casa contado lo sucedido, les costo trabajo creerlo pero confiaban en sus palabras. Todos se sintieron avergonzados y decidieron ir a pasar una tarde con él para pedirle perdón y agradecerle lo que había hecho por María.
También querían llevarle un regalo pero no sabían que  regalarle, de repente, a María  se la ocurrió que le vendrían bien unos zapatos ya que se dio cuenta que andaba descalzo. Y posiblemente era porque no tenía zapatos.
Como en la aldea había un zapatero fueron a su casa y entre todos le hicieron unos.
La abuelita mientras preparó una gran tarta de chocolate para celebrar su cumpleaños con el.
Al día siguiente se reunieron todos en la plaza y desde allí partieron para ir  a casa del gigante..
¡Que gran sorpresa le dieron!, nunca en la vida había visto tanta gente junta. El alcalde en nombre de todos los aldeanos le dio las gracias por salvar la vida de María y le pidió perdón por haber desconfiado de él durante tantos  años.
Se emocionó al ver tantos amigos reunidos y entre sollozos les invitó a entrar en su castillo. Allí bailaron y cantaron y se lo pasaron en grande.
Cuando llegó la hora de volver a casa se puso muy triste, tenía miedo de que no volviesen mas por allí, pero María se acercó a él y trepando por sus piernas hasta llegar a sus oídos le dijo: no te quedes triste, te prometemos que vendremos todos los días a jugar contigo y  te invitamos a ir a nuestra aldea para que la conozcas.
Gracias María hoy ha sido el día mas feliz de mi vida.
Y allí a lo lejos se quedaba el gigante rodeado de los animalitos del bosque sacudiendo su enorme mano  despidiéndose de ellos.
Cuando ya estaban a punto de cruzar el río se dieron la vuelta y gritaron con fuerza  ¡TE QUEREMOS AMIGO, PRONTO NOS VEREMOS!
Los aldeanos desde entonces presumían de tener como amigo a un gigante al que  cariñosamente le llamaron  GRANDULLON.

5 comentarios:

  1. Mi primer cuento de esto ya hace muchos pero que muchos años. Espero que os guste

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  2. Espero que esta vez si se vea mi comentario. Precioso.

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  3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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    1. Hola Marí, yo tambien tengo muy buenas referencias tuyas. Me ha dado mucha alegría ver tu comentario. Besosssss

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  4. No sé como, creo que ha sido el azar el que me ha llevado a tu blog. Te felicito por este relato que me ha gustado muchísimo. Tengo buenas referencias de ti por mi hermana Trini y esta lectura me ha servido para comprobarlo. Espero conocerte personalmente algún día. Un abrazo.

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